Puedo decir que la euforia que esos pocos días soleados dejaron en mí es tan profunda que hasta el día de hoy se cuela en mis pensamientos, confundiéndome y haciéndome olvidar que en mi cuerpo ya no cabe otra cosa que no sea ansiedad+ansiedad+ansiedad.
Supe desde el principio que estaba yendo a la guerra con lo que pretendía hacer; me estaba metiendo donde no me habían llamado, pero no me importó, y en vez de escuchar a mi percepción e irme por donde había llegado, me empeñé en seguir avanzando, tanteando en la oscuridad. Fue un lapsus de coraje bastante idiota, claro, y ahora estoy, como era obvio que pasaría, estancada acá y pensando en qué haré para salir.
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