Sé que tengo la misión de que todo no se venga abajo. Depende sólo de mí, y eso es lo que me hace a veces dudar tanto y a veces estar tan segura.
Esto de encargarse de que no caiga aún el telón, de captar toda la atención y no olvidar nada del libreto puede ser muy difícil. Algo de más o de menos puede hacer la diferencia entre seguir viajando sobre esta nube rosada o tropezar de nuevo con la piedra de siempre, para aterrizar precipitadamente en la cotidianidad.
La cosa es, ¿cuándo callar? ¿cuándo esperar? ¿cuándo trepar, sigilosamente, por las palabras inconclusas?
La verdad es que no tengo idea de cómo deshacerme del sudor incómodo que se apodera de mí cada vez que me pongo a pensarlo mucho.Tras sacar miles de conclusiones, descubrí que es imposible sacudirme la duda de encima como si se tratara de una simple pelusa en mi ropa. No pienses, es cosa de sólo actuar, te van a decir. Y después te vas a encontrar con que es prácticamente imposible dar un paso, por más pequeño que sea, sin pensarlo y repensarlo mil veces.
Y así, dudando cada vez más, no se llega a ningún lado, sólo al mismo punto en donde empezaste.
Entonces, me doy cuenta que debo asumir la verdad, y con el pecho apretado y la cabeza expectante, parada sobre la brecha que se abre bajo mis pies, miro al abismo y me pongo a pensar: ¿otra vez esta sensación?.
Creo que hoy ha sido, definitivamente, un día especialmente desperdiciado. Listo para ser arrojado al olvido, como se echa un incoherente borrador escrito a la rápida al basurero.
Hoy ha sido uno de esos días en que uno se repliega en sí mismo y busca, explora y explora, con la excepción de que justo hoy, yo no encontré nada aquí dentro. Ni un mísero indicio de la persona que ayer parecía parecía ser, o al menos un poco, no sé. Hoy mis ojos no se desacostumbraron a la penumbra de anoche, fui simplemente un ser inerte, y ahora acá estoy, con el incoherente borrador escrito a la rápida hecho una bola arrugada en mi mano, mirando de reojo al basurero. Nadie nace sabiendo qué hacer en situaciones como esta, pero tras pensarlo unos minutos, decido que el basurero es un lugar demasiado frío para todas estas palabras.
seguir insistiendo? si simplemente llegaste un día y te topaste con sus ojos vacíos que capturaron tu atención. Fue tu culpa haber caído luego de tropezar de nuevo con esa piedra de mierda, tan chiquitita que a veces ni la ves.
Ahora se fue,tan rápido como llegó, llevándose tus esperanzas y su perfume a tabaco y soledad. Y vos te quedaste así, en el suelo, con las rodillas y el ego un poquito raspados, pero nada muy fuera de lo de siempre. No sigas, sabés que te hace mal, las señales no necesitan de mucha explicación...¿qué peor ciego que el que no quiere ver?
Así de simple es todo. Buena suerte, ojalá se te ocurra cambiar.
La sensación agria del vacío se hacía cada vez más desagradable, y ahora bajaba por su garganta peligrosamente, apoderándose de su estómago. Recordó las piernas de gelatina, el corazón contraído, inquieto e impaciente, la cabeza en las nubes, el v é r t i g o inminente, y en ese instante deseó más que nunca perder esa gran capacidad de cometer estupideces a cada momento.
De repente, detuvo su camino y se miró un rato: "es agradable de vez en cuando". Y comprendió que no había avanzado nada. Con los ojos ya cansados, cambió de senda, pensando que así iba a olvidarlo todo.
Con la respiración agitada y el mismo vacío adentro del cuerpo, caminaba, corría por la vereda, distante, indiferente.