El mismo cielo sobre mi cabeza, cambiando de color a un paso increíble, y la misma brisa arremolinándose en mi pelo, que no tiene caso: nunca va a estar peinado. Las mismas manos desordenándolo y los mismos brazos apretándome con las dosis exactas y equilibradas de fuerza y delicadeza... sí, como si yo fuera una cosa muy pero muy valiosa. El mismo aroma dulce impregnado en ese aire tan típico (para mí) de la transición entre estaciones. Y palabras. Incomprensibles y un poco innecesarias en ese momento, veloces, escurridizas, escapándose con el viento, como queriendo burlarse de mí. Igual que hace unos años.
Tan vívido todo, tan detalladamente quedó grabado en mí ese torrente sensorial eterno, que los miles de mínimos instantes que atacan mi memoria se me enriedan en la cabeza y se me hace muy difícil redactar.
Qué estupidez... pero necesitaba hacía tiempo un buen motivo para sentarme un rato a descargar la mente, y al fin lo encontré. O más bien, lo volví a encontrar. Y no quiere decir que ahora mi vida vaya a cambiar radicalmente; tampoco quiere decir que ahora sí pueda explicar por qué cada vez que recuerdo haber estado confundida/indecisa/feliz, doy la misma descripción acerca de las palabras. Como si fueran un estorbo necesario o una necesidad accesoria.
¿Por qué será? tal vez porque una parte de mí sabe que en momentos como ese y días como ayer, lo último que debí hacer era intentar hablar. Pero, ¿cómo no iba a hacer eso? si las ganas de expresarme, de vaciarme, de vomitar el despelote que tenía dentro desde hacía meses, días, años, me consumían y no aguantaba más.
Está claro que a veces se me olvida controlar el impulso de la curiosidad. Pero me gusta que exista alguien capaz de comprenderlo tan bien. Y todo esto es lo más incoherente del mundo pero no me importa, porque soy muy, muy afortunada. Por tener momentos como ese.
Y días como ayer.
Tema ya ultrarecontrarepasado (23/6/2008) pero que quise rescatar :)
Publicado por 21enlavíadeltren. en 13:55 sábado, 23 de agosto de 2008Desengañarse es como si, en vez de tropezar de nuevo con la maldita piedra, ésta le cayera a uno sobre la cabeza. Primero se siente la confusión del impacto. Después viene el dolor, y más tarde la cicatriz. Es una analogía bastante tonta, pero para mí es suficiente; encaja dentro de mis pensamientos reiterados sobre piedras, tropezones y personas ingenuas.
A veces me pongo a pensar, y me da risa imaginar lo que habría sido si te hubiera seguido buscando... ¡qué pena! ¿no? creo que hasta el día de hoy estaría atrapada en ese pantano en que me hundía cada vez más, intentando avanzar sin ver nada. Menos mal que finalmente quise dejar de engañarme y encontrar la salida. Menos mal que me liberé del laberinto de la idiotez y que ahora puedo mirar todo con otros ojos, tranquila y por fin en paz desde hace unos meses. Claro que el mérito no es todo mío, porque el mundo a mi alrededor me decía a gritos lo que no podía ser más cierto: que estaba perdiendo el tiempo. Yo sólo tuve que abrir un poco la mente.
A veces me imagino cómo sería ser un simple fluído para dejarme suavemente deslizar y encerrar dentro de un frasco bonito, preocupándome sólo de llenar cada uno de los espacios en su interior. Pero cuando puedo hacerlo, termino siempre con la panza llena de plomo y de esas familiares ganas de salir corriendo. Me supera la idea de tener que abrir la tapa cada día para poder ver el Sol.
y nadie ni nada puede frenarlo. Pasan las horas y los días y años y yo sigo avanzando en espirales cada vez más grandes, pero todas en torno al mismo eje. ILU y lo admito, porque sé que no saco nada con negarlo.
No me pesa saber que nunca lo tendré. Porque nunca lo tuve. Es imposible, como es también imposible tenerme a mí, y eso es lo que nos une y nos hace infinitos en la inmensidad. ¿Quién necesita tener algo, cuando puede todos los días visitarlo y volver a sorprenderse con cada detalle que se perdió el día anterior? es mucho más emocionante. ESO es lo que nadie más es capaz de entender. No, la gente no lo entiende.
I´m gonna try big city to get over you :)
Después de arrasar con todo parece perderse, pero los demás ignoran que no se ha ido, sino que ha vuelto a donde siempre ha pertenecido: inevitablemente volviste a atraparlo y volvió a encontrarte, trayendo con él las viejas cenizas que una vez dejaste que hiciera contigo. Y vuelve a soplar dentro tuyo hasta que sientas estar congelándote las entrañas, el a lm a y las manos, y te hostiga hasta hacerte sentir que ya nada vale la pena. Y es al final, muy muy al final, cuando no hay más resistencia que baste, que te das cuenta de que siempre es mejor dejarlo ir :) .
En este preciso instante me gustaría que todo fuera solo un mal sueño, me despertara y las cosas volvieran a ser como lo eran en el antes. Sería todo mucho más simple.
Me gustaría ahora mismo poder retroceder el tiempo. Sería entonces todo mucho más fácil.
Me gustaría arrancarme el corazón y arrojarlo lejos. Sería todo mucho más rápido.
Pero no puedo hacerlo más simple, más fácil ni más rápido porque esto es la realidad más vívida que puede existir, el tiempo es ahora más veloz e irremplazable que nunca, y sí, tengo por desgracia dentro de mí los latidos ensordecedores de este manojo de locura que llaman corazón, que es bastante idiota y no puede concebir lo que está pasando, porque ciertamente, se había olvidado de lo que duele olvidar.
(Es desagradable y a la vez liberador sacar afuera un ratito el lado sentimental y masoquear un poco.)
Supe desde el principio que estaba yendo a la guerra con lo que pretendía hacer; me estaba metiendo donde no me habían llamado, pero no me importó, y en vez de escuchar a mi percepción e irme por donde había llegado, me empeñé en seguir avanzando, tanteando en la oscuridad. Fue un lapsus de coraje bastante idiota, claro, y ahora estoy, como era obvio que pasaría, estancada acá y pensando en qué haré para salir.
Yo sólo quiero que vuelvas de una vez con mi paraíso sensorial a cuestas y lo pongas de nuevo ante mis ojos. Que grabes un track con tu voz y me lo regales para escucharlo todo el día hasta que se raye. Que me sumerjas en el océano de la pavada total sólo para recordar que el millón de razones que tengo para sonreír contigo desembocan en una sola: vos.
Hasta que te pase, nunca vas a creer que 4 segundos escurridizos puedan derrumbar de una sola vez todos los castillos que hayas creado en el aire.
Está bien, admito que fueron 4 segundos narcolépticos que se hicieron eternos, como si hubieran pasado en cámara lenta...y deseé que nunca acabaran.
4 segundos en que el tiempo pareció haberse quedado dormido y haber olvidado llegar en el momento justo para arruinarlo todo.
4 segundos que me robaron el aliento y se lo llevaron a una dimensión desconocida. Aún no lo recupero. Qué idiota.