No podía esperar más a que llegara el bendito 31 de diciembre :D
Sin embargo, no puedo decir que sólo tengo quejas con respecto al felizmente culminante 2007. Siempre se rescatan cosas buenas dentro de lo malo, y esas cosas buenas suelen ser las mejores, porque son las que te salvan de tener sólo malos recuerdos de un período. Es decir, son la motivación positiva que te anima a seguir viviendo dentro de un montón de real mierda generalizada...
He conocido muchas personas durante este año. Personas amables y no tanto, personas-toro, personas-boomerang y personas-personas. Personas transparentes y personas un tanto opacas, así como con el retrovisor un poco embarrado, también personas invisibles, que en el 2006 nunca habría creído que se desaparecerían.
Durante este año, también he aprendido mucho. He aprendido a escuchar. A encontrar motivaciones incluso en donde no las hay. A defender y a defenderme.
Pero lo que sin duda más he hecho, ha sido aprender a ceder. Descubrí que se disfruta mucho más todo.
Gracias por enseñármelo.
A propósito, no sé si meterte dentro de las personas-personas o inventar un nuevo tipo de personas en el que vos encajes mejor. O tal vez no seas una persona, tal vez esté hablando imbecilidades y no encajes en nada. Sí, me gustás más así.
Harder, faster, forever after.
Publicado por 21enlavíadeltren. en 12:00 domingo, 2 de diciembre de 2007Puse un pie en la acera esperando que algo cambiara, pero nada ocurrió. Típico.
Comencé a caminar cada vez más rápido, como si de esa manera pudiera dejar atrás a la confusión que en realidad no hacía otra cosa que aferrarse a mi pierna como una garrapata. Las gotas que caían del cielo se mezclaban con las que resbalaban de mis ojos y con la tormenta que se agitaba dentro de mí. Tuve miedo de ahogarme, pero continué sin detenerme. Paré a comprar chocolate y cigarros para llenarme un poco de basura reconfortante. Y qué ilusa fui al salir de la tienda a la calle con la misma vana esperanza de que algo cambiara. Nada puede controlar mis sentimientos ni mi actuar cuando me ciego, simplemente tropiezo una y otra vez, sin excepción.
¿Cuándo fue que todo comenzó a desmoronarse? esa pregunta se repetía insistentemente, millones de veces dentro de mi cabeza, mientras seguía avanzando inercialmente. ¿Cuándo fue que sacaron el primer ladrillo, que yo no me di cuenta?.
Me había fallado la percepción, y era primera vez que me pasaba. Era también primera vez que me fallaba la indiferencia, el aplomo, la inconstancia y esa estúpida sensibilidad, terca hasta lo insoportable. ¿Por qué? si lo había hecho todo tan bien. Me habían dado vuelta el esquema en 180 grados, y ahora, empujando al viento con el cuerpo pesado por la humedad, la brújula interior se había roto en mil pedazos.
Podría arrancar de su mente con sus propias manos esos recuerdos mal pegoteados, y usar la fuerza de la angustia que ahora mismo siente para destruírlos, hasta matarlos por completo. Podría dar la vuelta al mundo en un segundo, pararse encima del Sol y llorar hasta secarse por dentro, correr hasta desmembrarse, gritar, perdurar, entregar miles de instantes. Pero prefiere sentarse ahí en la sombra a pudrirse un rato con su caparazón, a mirar cómo la vida desfila ante sus ojos.
Prohibido llorar.
Publicado por 21enlavíadeltren. en 14:18 Etiquetas: la idiotez total viernes, 2 de noviembre de 2007Y si lo sabías, ¿por qué de nuevo entonces?
Algunos lo llaman inocencia, otros, credulidad. Yo lo llamo estupidez total. La piedra, la roca esa monumental de mierda, estaba nuevamente ahí, esperándote, y ahora, echada en el asfalto con sangre en las rodillas, simplemente te encontrás balbuceando el mismo pretexto de siempre: " es que no la vi ..." ¡Ahg! ¡pero es que yo digo nada más! ¿¿¿cómo tan imbécil??? ¿CÓMO? Paf, mejor pegate un poco contra la pared, hacete ver, o andate a pasear un ratito...aunque dudo que siquiera te ayude un poco.
Es triste la sensación de haber raspado el fondo con una cuchara, y al sacarla, descubrir que ya te lo acabaste todo, ¿verdad? bueno, es tu culpa haberte hecho tan adicta, tuya y de nadie más, así que ahora no podés quejarte. Como dice mamá, a asumir las consecuencias. Es obvio que si sacás un poquito y te queda gustando, y seguís sacando y sacando porque te encantó, se te va a acabar más rápido que si te aguantás y dejás para después. Y qué flojera tener que ir al súper a comprar más, ¿no?
Pensándolo bien, ni siquiera deberías molestarte en ir por más. No estás en condiciones de seguir llenando al alma con chatarra como si fuera un lechón para Navidad. Mejor esperar, cuchara en mano y relax de por medio, cosas más útiles y m e n o s i m p o s i b l e s.
Y cada vez más perdida, distraída, mientras las veía alejarse, confundí un segundo con una eternidad. La atmósfera se hizo ingrávida, no sentía nada más que mi respiración a kilómetros de mí, luego en mí, después ahí, aquí y allá, profunda, lenta, cada vez más alto. Hasta que mis dedos rozaron algo suave y frío, algo que me intrigó e intenté alcanzar, estirándome un poquito...y un poquito más... ya casi lo tenía. Y cuando creí que había atrapado un pedacito, sentí súbitamente el vértigo otra vez, luego, la acostumbrada caída, y en millonésimas de segundos, me volví nuevamente inerte.
Estoy en ese momento estúpido de la vida en que el karma te juega a favor. Es el momento en que todo se pone amarillo y el foco de luz te ciega, al punto en que no ves la maldita piedra, de hecho, te da lo mismo verla, no verla, saber o no si está ahí, lista para engañarte y hacerte tropezar. Simplemente, todo margen de error queda guardado, casi olvidado, en la buena parte del alma, la parte que perdona, olvida y hace como si nada hubiera ocurrido.
Es el momento en que el carrito de la montaña rusa está justo en el punto más alto del juego, y te morís por que llegue el momento de descender vertiginosamente al vacío. No tenés idea de qué vas a sentir ni qué exactamente va a ocurrir. Tampoco estás muy seguro si querés bajar o si querés permanecer arriba, estático pero seguro. Es un sí y no constante, pero según mi experiencia, es mucho más entretenido cerrar los ojos y dejarse caer un rato.
Es imposible disimular, fácil caer en la felicidad, e increíble intentar analizarlo todo. Te das cuenta que nada tiene sentido.
Definitivamente, no tengo la menor idea de qué está pasando ahí adentro, pero ya nada es igual.
Sé que tengo la misión de que todo no se venga abajo. Depende sólo de mí, y eso es lo que me hace a veces dudar tanto y a veces estar tan segura.
Esto de encargarse de que no caiga aún el telón, de captar toda la atención y no olvidar nada del libreto puede ser muy difícil. Algo de más o de menos puede hacer la diferencia entre seguir viajando sobre esta nube rosada o tropezar de nuevo con la piedra de siempre, para aterrizar precipitadamente en la cotidianidad.
La cosa es, ¿cuándo callar? ¿cuándo esperar? ¿cuándo trepar, sigilosamente, por las palabras inconclusas?
La verdad es que no tengo idea de cómo deshacerme del sudor incómodo que se apodera de mí cada vez que me pongo a pensarlo mucho.Tras sacar miles de conclusiones, descubrí que es imposible sacudirme la duda de encima como si se tratara de una simple pelusa en mi ropa. No pienses, es cosa de sólo actuar, te van a decir. Y después te vas a encontrar con que es prácticamente imposible dar un paso, por más pequeño que sea, sin pensarlo y repensarlo mil veces.
Y así, dudando cada vez más, no se llega a ningún lado, sólo al mismo punto en donde empezaste.
Entonces, me doy cuenta que debo asumir la verdad, y con el pecho apretado y la cabeza expectante, parada sobre la brecha que se abre bajo mis pies, miro al abismo y me pongo a pensar: ¿otra vez esta sensación?.
Creo que hoy ha sido, definitivamente, un día especialmente desperdiciado. Listo para ser arrojado al olvido, como se echa un incoherente borrador escrito a la rápida al basurero.
Hoy ha sido uno de esos días en que uno se repliega en sí mismo y busca, explora y explora, con la excepción de que justo hoy, yo no encontré nada aquí dentro. Ni un mísero indicio de la persona que ayer parecía parecía ser, o al menos un poco, no sé. Hoy mis ojos no se desacostumbraron a la penumbra de anoche, fui simplemente un ser inerte, y ahora acá estoy, con el incoherente borrador escrito a la rápida hecho una bola arrugada en mi mano, mirando de reojo al basurero. Nadie nace sabiendo qué hacer en situaciones como esta, pero tras pensarlo unos minutos, decido que el basurero es un lugar demasiado frío para todas estas palabras.
seguir insistiendo? si simplemente llegaste un día y te topaste con sus ojos vacíos que capturaron tu atención. Fue tu culpa haber caído luego de tropezar de nuevo con esa piedra de mierda, tan chiquitita que a veces ni la ves.
Ahora se fue,tan rápido como llegó, llevándose tus esperanzas y su perfume a tabaco y soledad. Y vos te quedaste así, en el suelo, con las rodillas y el ego un poquito raspados, pero nada muy fuera de lo de siempre. No sigas, sabés que te hace mal, las señales no necesitan de mucha explicación...¿qué peor ciego que el que no quiere ver?
Así de simple es todo. Buena suerte, ojalá se te ocurra cambiar.
La sensación agria del vacío se hacía cada vez más desagradable, y ahora bajaba por su garganta peligrosamente, apoderándose de su estómago. Recordó las piernas de gelatina, el corazón contraído, inquieto e impaciente, la cabeza en las nubes, el v é r t i g o inminente, y en ese instante deseó más que nunca perder esa gran capacidad de cometer estupideces a cada momento.
De repente, detuvo su camino y se miró un rato: "es agradable de vez en cuando". Y comprendió que no había avanzado nada. Con los ojos ya cansados, cambió de senda, pensando que así iba a olvidarlo todo.
Con la respiración agitada y el mismo vacío adentro del cuerpo, caminaba, corría por la vereda, distante, indiferente.