Con mi más reciente descubrimiento alborotando mi cabeza, con la melodía perfecta en la punta de la lengua, llegué corriendo en medio de un torbellino, prodigando al mundo risas y quizás qué mas. Aún no podía creer que la había encontrado.
Como un niño pequeño que no aguanta la impaciencia de contar algo, no alcancé a cerrar los labios, y la ideal melodía salió disparada como un cohete, arrasando con todo a su alrededor, creando una perfecta catástrofe.
-No - me decía una voz desde alguna remota zona de mi mente - así no...
-¿Cómo entonces?
Me costó aprender que no debe ser descubierta en acción. Debe nacer de tus entrañas y trepar por ellas hasta lo más profundo del ser. Nadie puede quitártela: es tuya nada más. Y si la querés compartir, ya es cosa tuya...quién sabe.
Muchos han pasado toda una vida robando melodías, qué feo, y qué giles. No saben de lo que se pierden. No es tan difícil encontrar el disco eterno interior, basta con dejarse llevar.
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