Años luz.

sábado, 27 de octubre de 2007

Los modelos de desarrollo económico trataban insistentemente de colarse por la pequeña ranura mental que aún quedaba en medio de toda esa gelatina azul adentro de mi cabeza, pero ya era inútil. Las palabras que resonaban remotamente desde algún lugar, rebotando, chocaban suavemente unas con otras y luego resbalaban por las mesas y las ventanas, haciéndose densas y aceitosas. Qué asco. Luego se perdían cada vez más en la distancia, arrastrándose por el suelo como babosas.
Y cada vez más perdida, distraída, mientras las veía alejarse, confundí un segundo con una eternidad. La atmósfera se hizo ingrávida, no sentía nada más que mi respiración a kilómetros de mí, luego en mí, después ahí, aquí y allá, profunda, lenta, cada vez más alto. Hasta que mis dedos rozaron algo suave y frío, algo que me intrigó e intenté alcanzar, estirándome un poquito...y un poquito más... ya casi lo tenía. Y cuando creí que había atrapado un pedacito, sentí súbitamente el vértigo otra vez, luego, la acostumbrada caída, y en millonésimas de segundos, me volví nuevamente inerte.
Al abrir los ojos, ya todo fue como antes.

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